viernes, 24 de octubre de 2014

El deseo y las condiciones materiales de vida

Este breve artículo, no pretende ser un concienzudo análisis sociocultural. Tampoco tiene pretensión de ser científico. Ni un artefacto literario o ensayístico.
Su única pretensión sería la de hacer reflexionar. Partiendo de dimensiones individuales hacia comunitarias para llegar a las sociales.
Tratando solamente de balbucear, en cierta manera, de forma aproximativa, una senda reflexiva. Que muchos otros recorrieron ya antes. Con mucho más acierto, precisión y rigor. Que trataría de poner sobre la mesa, cuestiones fundamentales, siempre ignoradas, tanto en nuestra comunicación interpersonal, como en áreas como la educación, la producción o los medios de información.
Tal reflexión, acertada o no, nos conduce a pensar el deseo y las condiciones materiales de existencia. Cosas que sólo a priori, y por el conjunto de aspectos de como se nos ofrece y construimos la realidad, podrían parecer aisladas e inconexas.
El deseo nos traspasaría, como meros individuos, al igual que las condiciones materiales de existencia. Por eso resultaría capital pensar las dimensiones sociales de los hechos.
Es muy fácil observar con asiduidad, la ingente cantidad de energia, esfuerzo, trabajo invertido en aquellas acciones muy diversas que elegimos. Recordando que son producciones. Porque la producción traspasa el llamado sistema productivo.
Siendo curioso reflexionar sobre qué producimos. Como, por qué y para qué, en qué aspectos, dimensiones, niveles o grados. Es aquí donde puede verse, que tal vez para la mayoría, aunque también a veces esto no sea así, la producción más allá de criterios éticos o estéticos, toma sentido socialmente, es decir, no individual ni comunitariamente, pero sí socialmente. Es importante señalar esto. En la mera supervivencia. Dentro del valor social llamado dinero. Lo cual tal vez, dice poco de las comunidades de sentido, de los individuos y comunidades, pero mucho de las estructuras sociales, económicas y culturales.
Indicando esto también, la enorme potencialidad múltiple, que queda fuera de ese reducido instrumento de valor llamado dinero. Para generar otras realidades.
A menudo cualquiera puede escuchar, cosas como "Quiero ser tal o cual cosa, el mejor en eso", además no el mejor que yo pueda llegar a ser, sino el mejor de todos. Pero no percibimos de esas frases hechas, las cosas que callan o no dicen, puesto que tienen un contexto. Como ¿Qué es ser el mejor? ¿Quién otorga ese valor? ¿Como se llega a serlo? ¿Para qué quieres eso? O ¿Por qué?
En definitiva, por resumir mucho la cuestión, ese tipo de discursos animan y reproducen máximas, de un sistema social, económico y cultural, en el cual vivimos. Dejan a un lado aspectos que le pueden generar conflictos, como el valor social de tales producciones. Por eso, esas máximas no individuales, sino individualistas. Funcionan tan bien en unas condiciones materiales de vida, sobre las que apenas tenemos poder de decisión, ya que también nos traspasan.
Por poner algunos ejemplos concretos, prácticos, nos educaron a desentendernos de lo político, la dimensión que comprende hechos públicos y privados de NUESTRAS VIDAS. O que la economía funciona por ella misma.
Para finalizar, con brevedad, una breve cita:
"El capital no es una categoría abstracta,
es un operador semiótico
al servicio de formulaciones sociales determinadas".

Felix Guattari.


Flores del Parnaso

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