jueves, 11 de julio de 2013

El liberalismo conservador y afines

Resulta curioso cuando no falso con la realidad, u ofensivo. Seriamente ofensivo. Me refiero a ofensivo a la credibilidad. Pero también a cuestiones mucho más importantes, como son la dignidad, el desarrollo personal y social, el bienestar, la libertad y tantos otras tan o igual de importantes.

Cuando asistimos a discursos neoconservadores, liberales conservadores, ultraconservadores o neoliberales.

Que por otra parte, en su mayoría gozan de una representación casi mayoritaria en los medios de comunicación.

Con afirmaciones cuyo sustento sólo es mítico. No basado en los hechos.

Más economia de libre mercado, menos estado, más desregulación aun de las condiciones laborales, ninguna intrusión del estado. Reducción de lo público. Todas ellas supuestas bondades que se pregonan por doquier.

Pues bien, esto viene de lejos, ya en el siglo XIX, se decían barbaridades como estas. Basadas en opiniones morales, relacionadas a un supuesto individuo a priori a la sociedad o la comunidad. Que estaba en el mundo para acumular riquezas y competir con los demás. Máxima que nos indica la posición social y moral de quienes sustentaban dicho discurso.

Pero lo que se suele obviar, es que dichas máximas, ya crearon míseras condiciones de vida para la inmensa mayoría de la población. Tales como el uso de mujeres y niños en horarios de trabajo inhumanos, el aumento exponencial de la pobreza, enfermedades, miseria, desigualdad en el reparto de la riqueza y un largo etcétera

Pero con respecto a estas cuestiones parece existir un estado de amnesia colectiva o selectiva. Nada casual. Por el simple ejercicio del poder de la ideología dominante de las élites político-financieras. A través de los medios de comunicación de masas.

Por otra parte, es una realidad que no creen en la justicia, igualdad, ni redistribución social. Así lo decían sus máximos exponentes teóricos, de forma manifiesta, y así lo defienden en la actualidad de manera un tanto más disimulada. Bajo términos aparentemente "asépticos" como "externalización", "inviabilidad del estado del bienestar" o "ajustes". Aunque sean igual de contundentes en su acción. Se puede ver a diario.

Para estos el estado es un mero estorbo a extinguir, un apuntalamiento de los intereses privados o un mal menor, con el cual financiar actividades de iniciativa privadas, en las cuales depositar la gestión. Lo cual es una forma de privatizar lo público. Mediante transacciones de capitales públicos a privados. Al igual que de rentas del trabajo a las del capital.

Tampoco en sus principios estaban ni están la representación de la ciudadania. Sino todo lo contrario. La minimización de la participación ciudadana en las cuestiones políticas de manera puntual. Intentando siempre su despolitización. Y alejamiento de la vida política y pública.

Sustituyendo la decisión ciudadana por la multiplicidad de poderes de los grandes intereses político-financieros.

Otro aspecto siempre soslayado. No deja de ser la apuesta por estas ideologías por la caridad. En lugar de por unas políticas públicas redistributivas, justas o equitativas. Que defiendan los derechos de los ciudadanos. En sus dimensiones individuales, grupales y sociales. En lugar de la caridad puntual, de instituciones privadas financiadas total o en parte con fondos públicos. Provenientes de la injusticia no redistributiva de la riqueza.

La caridad no resuelve las injusticias sociales. Pues prolongan la asimetria social. Creando unas relaciones de dependencia basadas en la desigualdad del poder. Las políticas públicas realmente redistributivas, sí resuelven injusticias sociales.

Los derechos no son pues caridad.


Flores del Parnaso

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