Las cosas cambiaron, cambian y van a
seguir cambiando. Le pese a quién le pese. La pregunta por tanto,
sería ¿Hacía donde van a cambiar?
El futuro, es siempre irónico y guarda
muchas paradojas.
Pero la respuesta, es en verdad, muy
sencilla, las cosas tomarán el rumbo que queramos, como sociedad. A
pesar de los escasos mecanismos de participación existentes, en la
vida política.
El sistema se alimenta de nosotros, es
cierto, lo engulle todo, sin embargo, todos podemos decidir qué le
damos al sistema de alimento. Cabe recordar, que en teoría de
sistemas, la retroalimentación es vital en la pervivencia de un
sistema. Y ahí entra en juego lo que decidamos dar al sistema. Que
no deja de ser la manera que decidamos de organizarnos.
Porque desde un punto de vista
sistémico-ecológico no somos cosas pasivas frente al destino
escrito, sino seres activos, con capacidades de reflexión, acción y
decisión. El conocimiento adquiere su sentido en la práctica.
La parte dominante del sistema,
actualmente se alimenta de burbujas, económicas, sociales,
comunicativas etc
Todas, prácticas de carácter icónico,
vacías de significado, sin relación alguna con la realidad, que
suelen apelar a sentimientos, gestados en la irreflexión, mediante
asociaciones de ideas, totalmente tautológicas.
Como el otro como competidor o enemigo,
según códigos de valores en imaginarios delirantes, códigos
numéricos cuya relación cada vez guardan menos relación con el
llamado dinero o valor, puesto que obvian a propósito, que tal cosa
no se trata de contabilidad, sino de decisión política, ya que como
en toda sociedad, y la nuestra no es una excepción, desde un punto
de vista transcultural, el dinero, sólo adquiere sentido en el
intercambio, por lo que su valor es social, perteneciendo en todo
caso a la dimensión pública y no privada. Lo cual obviamente, no
equivale a decir, que el dinero de alguien sea de todos. Pero sí,
que sin ese otro alguien, nuestro dinero, sería sólo papel.
Por tanto resulta una necesidad
imperiosa, ser capaces de construir artilugios discursivos y
prácticos, capaces de poder generar nuevos equilibrios, ante los
graves desequilibrios teóricos, prácticos, asimétricos de poder,
entre una minoría de la sociedad y la mayoria social.
Siendo esto posible, mediante la
valiosa e importante participación en infinidad de movimientos u
organizaciones sociales, culturales o políticas existentes, que
trabajan para la transformación de la sociedad, en una forma de
organización más transparente, simétrica, participativa, justa o
redistributiva.
Los tiempos cambian, es el momento de
decidir, si se es parte activa o pasiva de los mismos. La pasividad,
nos ha conducido al orden de cosas, en el cual estamos. La decisión
se presenta crucial. E ignorarla, no es sino una falsa elección, que
sólo conduce al mantenimiento de las condiciones presentes.
Flores del Parnaso
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