lunes, 10 de diciembre de 2018

Libres, iguales y diferentes. Antonio Palacios

Me supongo que las grandes preguntas son siempre las mismas. No pierden vigencia: ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia qué lugar queremos ir?...
Todas estas grandes preguntas, conllevan muchas otras más mucho más pequeñas, modestas y cotidianas, pero que no son menos importantes. Algunas de esas preguntas están directamente relacionadas siempre con nuestras formas de vida: el salario, el servicio de las instituciones públicas (que somos todos) en caso de perder o encontrar trabajo, de perder salud, de poder mejorar nuestra vida, de devolver a los mayores todo lo que hicieron por nosotros, de cuidar y de procurar dar una educación y un futuro con las mismas oportunidades a los niños y a las niñas que luego devolverán esa ayuda a otros...
Las instituciones públicas son herramientas que, en su lógica, mantienen equilibrios de corresponsabilidad con el autocuidado de nosotros mismos como sociedad. Una sociedad que se ha dotado de esos mecanismos para la ayuda y el bienestar mutuo. Es una forma de autocuidarnos, como sociedad, mediante instituciones públicas que realizan labores que como individuos aislados o por separado nos sería imposible afrontar individualmente.
Es, desde ahí, desde esa idea de autocuidado común, desde la que hay que pensar que una sociedad no es una suma de individuos aislados, ni de grupos sociales, ni de formas de pensar o de sentir... Una sociedad sólo puede ser libre si garantiza la igualdad de oportunidades entre sus miembros diversos, a la vez que sólo puede garantizar la igualdad de oportunidades entre sus miembros si son libres. Libertad e igualdad van siempre unidas. No puedes ser libre si en una sociedad no existe la igualdad de oportunidades. Ni puede haber igualdad de oportunidades si no hay libertad.
Tener igualdad de oportunidades no significa que pensemos o seamos todos de la misma forma. La igualdad de oportunidades reconoce las diferencias. Y esto es crucial: nuestra unidad sólo reside en nuestra diversidad. Ha sido así siempre en todas las facetas de la vida y lo será siempre. Desde nuestro lenguaje, a nuestra forma de vida, a nuestras costumbres, a nuestra identidad como personas, grupos o sociedades, a nuestras formas de pensar y de sentir, absolutamente en todo... Los seres humanos incorporamos cosas de los demás: información, hábitos, puntos de vista, tecnología, sentimientos, aprendizajes... Todo. Lo contrario es una ficción.
Las instituciones públicas que se encargan del autocuidado mutuo no existen en todas partes ni han existido siempre. Por eso, es importante darse cuenta de que en mitad de estos tiempos en los que se apela tanto a los individuos, a las emociones, al consumo, nos demos cuenta de su valor. El ser humano necesita para sobrevivir a los demás seres humanos.
De esta forma, gestionar nuestra igualdad, nuestra libertad y nuestras diferencias se vuelve crucial para con nosotros mismos y nuestra responsabilidad con los demás. No nacemos aprendidos, ni sabiendo. Ni tampoco nacemos de ningún modo concreto, sino que nos hacemos. Nadie nace siendo algo a priori, sino que se hace. Es una idea crucial todo esto. Porque no nacemos determinados en nuestra forma de pensar, de sentir o de relacionarnos.
¿Qué tenemos para tratar de gestionar nuestra igualdad, nuestra libertad y nuestras diferencias? Lo político sin ninguna duda. Somos seres que necesitamos a otros seres. Tomados de uno en uno, un hombre o una mujer completamente solos, como decía un poema, perdemos toda una parte de nuestra forma de ser y una dimensión crucial de lo que somos.
El hecho es que nos necesitamos. Estamos condenados, por decirlo de algún modo, a entendernos, si queremos ser de veras libres, iguales y diferentes...

Antonio Palacios

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué es Flores del Parnaso?

Flores del Parnaso intenta ser por encima de todo un espacio de reflexión. Una invitación a una reflexión sosegada en mitad de un mundo de velocidades hiperaceleradas. Literatura, filosofía, ciencias sociales etc.